Misterio y drama en “El crimen de la magistrada”

Misterio y drama en “El crimen de la magistrada”

Una historia que mueve hilos entre el sistema político, el judicial y el dinero ilícito, con una narrativa brillante a cargo de Francisco Pérez de Antón, autor español radicado en Guatemala desde 1963

Israel Morales/Monterrey

El autor español, pero radicado en Guatemala desde 1963, Francisco Pérez de Antón, muestra en su reciente libro “El crimen de la magistrada”, editado por Alfaguara, su narrativa que apunta desde distintos flancos. Está la de perfilar una historia entre varios senderos, para así conformar su idea propia de novela, y una de esas partes es la de un crimen, pero no un crimen cualquiera. También se encuentra el lenguaje como una de sus mejores armas discursivas, en el que se incluye el que utilizan los magistrados o abogados.   

Y este es el argumento: un profundo misterio envuelve la trágica muerte de la magistrada Rosalía Albayeros, reconocida por sus principios a la hora de impartir justicia. Pero Rodrigo Láynez, un joven abogado que ha sido su asistente personal, nota ciertos comentarios sobre la pérdida de la magistrada e inicia una investigación con el fin de desentrañar el enigma de su muerte y reivindicar el nombre de su preceptora para evitar que el suceso se convirtiera en “una historia canalla y vulgar como la que corría de boca en boca” (pág. 17).

A raíz de la muerte de Rosalía, el bufete se disolvió y Láynez, sin empleo, con una exaltada ceguera, pero con mucha gallardía, se arroja a la batalla para limpiar su nombre y través de un proceso de entrevistas con la grabadora del celular, obtiene los testimonios fieles a la causa que persigue, se adentra en un mundo inimaginable y que le lleva sorprenderse de los hilos que se mueven en el sistema judicial, el cual perfila tanto lo más visible sobre ella, como lo desconocido.

Así devienen los personajes y lo que se narra desde distintas perspectivas, como Kore Esquivel, Mauro Tobar, Bernardo Cardona (parte del entramado) y Láynez va a conformar una serie de historias con su método que envuelven a la historia personal, la de la magistrada, entre extorsiones, crimen, que tienen a su vez que ver con lo que sucedió, con personajes corruptos que se relacionan con delincuentes en ciertos pasajes de la historia en Guatemala, donde se ubica la trama.

Origen y causa del crimen es la empresa en la que se embarca el joven abogado para que ese pasado no sea a lo que dicta: que este regrese para desquiciar vidas. Lo que está por escribirse.

Crimen, corrupción, narcotráfico resaltan en voces que dan sus testimonios a Láynez, quien además se vuelve experto en tomar notas y se encuentra más que con cercanos a su preceptora, a grandes contadores de historias, las de ellos y los otros (por ejemplo la de Cardona y lo que se dice de él; testimonio que lleva a otros), quizá las que tienen mejor valor para la investigación, y en quienes a fin de cuentas se basará para llegar a la verdad, por más dolorosa e inesperada que esta sea.

Pues así lo dicta en uno de los pasajes de la novela:

“Mi conciencia se había escindido. Su relato sobre lo sufrido por la magistrada hacía olvidar los errores de esta, pero al mismo tiempo desvirtuaba la pureza de sus actos. Y me pareció que seguir apelando a la justicia y la verdad para reivindicar su nombre era algo así como predicar en Las Vegas la doctrina de Mahoma. Sobre todo en un mundo como el de la justicia penal, donde, desde el acusado al defensor, pasando por fiscales y testigos, todos dicen verdades a medias. Había llegado a la conclusión de que la verdad que yo pretendía contar sobre Rosalía Albayeros no haría mucha diferencia ante un público de por sí confundido a causa de las numerosas mentiras que se habían contado de ella. Conoceréis la verdad, decía el evangelista, y la verdad os hará libres. Yo había descubierto otra cosa: conoceréis la verdad y perderéis la inocencia. La magistrada no era el dechado de virtudes que yo había pensado, excuso decir, pero, ¿no era ella también una víctima? Y si lo era, ¿no merecía cuando menos el derecho a defenderse?” (pág. 223).

El off the record también es importante, porque llegar a una verdad es también llevarse grandes mentiras de encuentro, las que se sostienen en el entramado de la magistrada. Así, Láynez entiende del peligro y empieza a tomar precauciones.

 “El crimen de la magistrada” mantiene al lector inmerso en los distintos rumbos de una historia envolvente, profunda, con grandes recursos discursivos y esas historias tan presentes enmarcadas en los problemas que tanto se mencionan en la sociedad actual.

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