Los autores abordan las leyendas de miedo con pasajes de la historia de la Ciudad de México en “¡Luis y Caro vs los fantasmas de la ciudad!”, que presentaron en la FIL Monterrey
Israel Morales/Monterrey
Las leyendas aguardan para ser descubiertas e incluso vivirlas con sus horripilantes consecuencias. Apariciones e historia es la combinación que hacen Veka Duncan y Chuy Campos, con ilustraciones de Carlos Vélez, en “¡Luis y Caro vs los fantasmas de la ciudad! : Espantosas aventuras en el Centro Histórico” (Alfaguara), que presentaron en la FIL Monterrey. De esta obra Veka Duncan comenta en entrevista:
¿De dónde surge la idea para este libro?
Fue iniciativa de la editora Dalila Carreño. Ella nos invitó porque tenía ganas de hacer un libro de terror infantil, pero que combinara elementos de historia de la Ciudad de México que es un tema que Chuy y yo trabajamos; él desde esta parte fantástica, es un autor que se define como fantasmólogo, pero él es historiador y antropólogo, se enfoca en estudiar la historia de fantasmas, del mundo esotérico, del mundo mágico y nuestra relación con ello. Y yo trabajo más historia de la arquitectura, historia urbana, y se le ocurrió que podíamos hacer mancuerna para elaborar una historia que pudiera interesar al público infantil y generar un poco de curiosidad por el pasado de la Ciudad de México.
¿Cómo llegarle a ese público a través de las historias de fantasmas y de paso darles algo de historia de la CdMx?
El tema fantasmal genera mucho interés y es cierto que el terror para el público infantil, aunque pudiera parecer algo quizá no apto para esas edades, ha comenzado a tener un auge importante, entonces esos elementos generan un interés. Lo que fue un reto era narrativamente cómo contarlo, porque no puede ser un libro de solamente describir los fantasmas y contarlos como si fueran artículos desvinculados uno de otro, porque sabíamos que eso no iba a enganchar al público. Entonces comenzamos a hablar sobre la posibilidad de construir una historia con personajes más o menos del rango de edad que queremos que sean nuestros lectores, y que a través de ellos pudiéramos contar esta parte histórica y fantasmal de la CdMx. Porque hay que mencionar que todos los fantasmas y los espacios que aparecen son lugares y son fantasmas que se encuentran registrados en los libros de historia, en la historia oral; es decir los lugares que están en el libro son lugares reales y los fantasmas están registrados en la bibliografía. Queríamos acercar todo ese contenido histórico a los niños y sabíamos que probablemente la mejor manera era construyendo una historia que tuviera estas dos capas de lectura: por un lado la parte narrativa de estos niños, cómo se van encontrando con estos fantasmas, y la otra parte es el contenido histórico.
¿Qué fantasmas te dieron miedo?
En mi caso soy una gran lectora de literatura de terror y de fantasía, pero yo soy una escéptica a creer que estas cosas existan en la realidad, pero a mí el fantasma que más me aterrorizaría es el de la Cegua, que es esta llorona más con cara de mula, que es uno de los que definitivamente no quisiera encontrarme. Y el que me parece más interesante es el de la leyenda de don Juan Manuel, porque tiene mucha tradición en la CdMx y en el Centro Histórico, pero que está basado en un personaje real, Juan Manuel Solórzano; está registrado históricamente, sí existió, y esto se me hace interesante, cuando un hecho real o un personaje real pasa a convertirse también en un personaje del mundo fantástico.
¿Cómo hacer que busquemos esa conexión de los fantasmas de cada ciudad?
Nosotros nos centramos en la ciudad que vivimos y nos hemos dedicado a investigarla, pero desde luego todas las ciudades tienen sus fantasmas, Monterrey no es la excepción, porque todas las ciudades tienen su historia. Y los lugares históricos van a tener esa carga, donde el pasado se hace presente a través de lo mágico, y también hay que empezar a tomarnos más en serio esos temas, pareciera que el que nos hablen de fantasmas es como puro cotorreo, o de gente que se cree cosas que no son posibles, pero los fantasmas, creamos en ellos o no, tienen un valor histórico, antropológico. Los fantasmas nos dicen quiénes somos como sociedad y como cultura.