Cómo ser médico y no morir en el intento

– El doctor Martín Acosta Fernández explica que su trabajo se centró en dar seguimiento a residentes de primer año para conocer cuáles son las condiciones que atraviesan durante su formación y así detectar posibles factores negativos y positivos que esto implica.

Guadalajara, Jalisco.- Pablo Miranda Ramírez.- Agencia Informativa Conacyt

Los médicos especialistas suelen calificar su primer año de residencia médica como el peor de su carrera, afirma el doctor Martín Acosta Fernández, quien estudió el contexto social en que se desenvuelven estos profesionales en formación y analizó cuáles son los factores que deterioran su salud física y mental.

Acosta Fernández, director del Instituto de Investigación en Seguridad y Salud del Trabajo del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), explica que su trabajo se centró en dar seguimiento a 13 residentes de primer año para conocer cuáles son las condiciones que atraviesan durante su formación y así detectar posibles factores negativos y positivos que esto implica.

El investigador señala que existen informes que documentan los daños que acumulan estos especialistas por la carga laboral o desgaste emocional, pero no se busca determinar las causas que provocan este tipo de padecimientos, según su opinión, atribuibles a una serie de fallas en la estructura del sistema de salud mexicano.

“Una de las características que observamos, y que es evidente, es la carga de trabajo, pero nos dimos cuenta que esta carga está ligada a cuestiones que no necesariamente tienen que ver con la planeación de los programas académicos, sino que tiene que ver con cómo está la capacidad de atención de las instituciones de salud donde los médicos hacen su formación académica”.

Los resultados del seguimiento a los residentes se plasmaron en el libro Determinaciones sociales en el sistema de salud mexicano. Repercusiones y afectaciones en la salud de médicos residentes, en el que, según el doctor Acosta Fernández, se relatan tres factores que derivan en un daño a la salud del médico residente: una estructura deficiente del sistema de salud, los programas de formación médica y la organización de los hospitales donde cursan sus estudios.

Para mejorar la salud de los residentes, el investigador recomienda renovar el sistema de salud mexicano a las necesidades actuales para mitigar la presión laboral que experimentan estos profesionales, así como determinar mejores estrategias para la enseñanza de los médicos en formación.

 

Pirámides de poder

La forma en que están organizados los residentes, sus actividades y enseñanzas dentro de los hospitales es un factor más que significa repercusiones en su salud, explica el doctor Acosta Fernández. El especialista señala que dentro de estas organizaciones es constante presionar a los estudiantes de menor nivel con mayores cargas laborales.

“Esta situación la entiendo poco desde el punto de vista racional: al médico de menor jerarquía es al que se le da más carga de trabajo, el de menos experiencia es quien tiene más trabajo, y con esto se puede comprometer la calidad de la atención a pacientes porque, por lo general, es quien tiene menos conocimientos y aún no conoce, de manera clara y precisa, las gestiones administrativas a realizar en los hospitales”.

Acosta Fernández detalla que este tipo de carga laboral se traduce en cansancio para el médico residente, y esto se manifiesta en alteraciones en los hábitos de sueño o alimentación y estrés, así como alejamiento de seres queridos y actividades cotidianas, lo que afecta al profesional en su salud física y emocional.

Aunado a estos factores, el doctor Acosta Fernández observó una estructura piramidal en la organización de estos profesionales de la salud, donde el más experimentado es quien tiene mayor nivel jerárquico, lo que le otorga poder sobre otros residentes de grados menores y que puede generar un ambiente laboral hostil.

“Uno de los problemas graves en esta jerarquía está relacionado con el uso y abuso del poder”, resalta y señala que para llegar a estas conclusiones también entrevistó a médicos adscritos y a directores de instituciones de salud para conocer más perspectivas.

 

Maltrato normalizado

Como parte de los métodos de enseñanza, los médicos residentes deben estar en contacto con los pacientes mientras son instruidos por sus superiores; sin embargo, en un sistema en el que el de mayor nivel tiene autoridad sobre los de menor jerarquía, el autoritarismo y abuso de poder es una constante que puede manifestarse con humillaciones y maltrato, y es un comportamiento normalizado entre los especialistas de la medicina.

“La probabilidad de que el menos experto se equivoque es alta; la mayoría de mis entrevistados planteó que habían sido víctimas, y todos ellos dijeron ser testigos de humillación pública hacia sus compañeros, incluso frente al paciente, y eso hiere mucho el autoestima de los médicos en formación”.

Acosta Fernández comparte que luego de ser humillados por sus superiores, los entrevistados manifestaron que perdieron la confianza de sus pacientes, además de que se rigen bajo el principio de sobrellevar los maltratos, pues es una constante que los médicos de mayor nivel ya experimentaron durante sus primeros años.

En este caso, el doctor señala que se trata de un círculo vicioso que se alimenta de un comportamiento normalizado entre ellos mismos, pero que trae consigo conductas dañinas que se suman al estrés que sufren por sus actividades educativas y la carga laboral; sin embargo, es una conducta muy arraigada y difícil de erradicar.

“En el ambiente de trabajo, con esto de las jerarquías, los médicos residentes de mayor rango deberían tener en su proceso formativo de enseñanza habilidades directivas para saber comunicarse o resolver problemas”, propone el investigador.

 

Beneficios entre la tempestad

Durante su investigación, este miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) no solo descubrió factores negativos que dañan la salud de los médicos residentes, sino también otras características que pueden considerarse positivas en la formación de estos profesionales.

“Vimos que hay pequeños grupos que crean los médicos residentes porque de alguna manera son ‘compañeros del mismo dolor’, eso es algo de lo más recurrente que ocurre de forma positiva: sus compañeros del mismo nivel se convierten en parte de su familia, sobre todo cuando son foráneos”.

Acosta Fernández explica que los médicos residentes también experimentan emociones positivas cuando realizan su trabajo de manera óptima, o cuando sus decisiones como profesionales de la medicina logran salvar la vida de un paciente.

Además, los residentes experimentan satisfacción personal cuando terminan con su formación y resalta que todos los médicos entrevistados coinciden al sentirse felices por haber superado lo que ellos mismos denominan con humor como la “resistencia médica”.

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