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Cultura

Xita Rubert y el arte complejo de los Kopp

La autora española aborda las manifestaciones artísticas de un joven que proyecta en el performace sus inquietudes y desafíos mentales en “Mis días con los Kopp”

Israel Morales/Monterrey

La vida como el arte tiene múltiples y ambiguas interpretaciones. Virginia acude con su papá a la casa de los Kopp en  Inglaterra. Las manifestaciones artísticas se respiran por cada rincón, hasta que el hijo, Bertrand, aparece en escena con todo y su aparato creativo como escultor y performer, y Virginia cae ante su poderosa imagen, que implica un arsenal de matices entre su desequilibrio mental.

En “Mis días con los Kopp” (Anagrama), prosa de Xita Rubert (Barcelona, 1996), el lenguaje deviene en gestos, símbolos, acotaciones, intromisiones e incluso metamorfosis, la historia se cimbra sobre lo emocional. Virginia acusa, acata, vislumbra, se adentra en los entresijos de la enfermedad de Bertrand; intenta reconciliarlo con el mundo, pero su personalidad avasallante se la lleva de encuentro: el sufrimiento y a la vez una sensación extraña de estar en un lugar que le generaba conflictos o quizá esté en la exploración del otro, de su sentir, eso que apenas y se puede descifrar en una artista que alude a la complejidad de obra y actos. Los Kopp se someten a que en lo cotidiano cada muestra del intelecto de su hijo les puede cobrar una factura muy alta, y lo asumen. En esta novela además se siente ese lazo del arte y las instituciones, las becas, las relaciones de los Kopp y su correspondencia Londres-Madrid, que afianzan la atmósfera de los personajes, incluso dentro y fuera del esnobismo que fluye por momentos. Una madre algo sobreprotectora, Sonya; un padre recto, Andrew; la amiga, Virginia, que se deja llevar y todo lo que Bertrand alista para sacar lo que lleva encriptado en su interior.

Obra como tratado de envolturas, prosodia inmaculada, certera, con un acto que anuncia el principio de fin de algo que puede sacar de sus cabales a los espectadores, y quienes han estado cerca de Bertrand, con el foco en Virginia, quien se alista para esa contribución del artista: el próximo performance, así que a agarrarse de la butaca.

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