Una sociedad cool

COLUMNA: QUBITS

Verónica Valencia

Gracias a las redes sociales tenemos acceso a un sinfín de opiniones sobre temas tan diversos como el aborto, la pena de muerte, la maternidad, la política, la pobreza, el maltrato hacia los animales, la violencia de género, la identidad de género y por supuesto la paz mundial.

En las redes sociales todos son expertos y creen (o creemos)  tener la razón y la verdad absoluta en todo, plataformas como el Facebook y el Twitter son los espacios favoritos  para que nosotros, los simples mortales, podamos emitir nuestra opinión y obtener la popularidad y el reconocimiento casi inmediato.

¿Y es malo dar nuestra opinión? No, lo malo es nuestra poca tolerancia a las opiniones de los demás y «el linchamiento virtual» para todos aquellos que tienen la osadía de no compartir la opinión de las mayorías.

De acuerdo con el libro «El Hombre Light», una vida sin valores, de Enrique Rojas, a este nuevo hombre todo le interesa, pero a nivel superficial; no es capaz de hacer la síntesis de aquello que percibe, y, en consecuencia, se ha ido convirtiendo en un sujeto trivial, ligero, frívolo, que lo acepta todo, pero que carece de unos criterios sólidos en su conducta.

Así tenemos que su ideología es el pragmatismo (solo tienen valor con base en su utilidad), su norma de conducta es la vigencia social, lo que está de moda; y ni hablar de su ética, que ésta se fundamenta en la estadística, en lo que digan las mayorías; su moral esté repleta de neutralidad, siempre se puede hacer una excepción si mi YO obtiene cierto placer.

Ser una persona light (liviano o suave) nos hace satisfacer nuestra necesidad de pertenencia.  Formo parte de una sociedad vanguardista, soy progre, dicen algunos.

Ser considerado como persona light le permite al hombre tener contexto e identidad, es como darle nombre y apellido a un momento cultural del que los medios de comunicación y las redes sociales han sido creadores y gestores.

Con motivo del 10 de mayo se difundió una publicación donde una mujer se decía estar harta de ser madre, se lamentaba y decía que su pareja la había convencido de serlo, pero que ella nunca quiso serlo. Había comentarios a favor y en contra. Ser madre es una gran responsabilidad, y claro, no todas las personas están preparadas para eso, pero  ¿por qué esa necesidad de hacerlo público para obtener aprobación?

Hace poco se difundió un video donde un sujeto  golpeaba con alevosía y ventaja a un señor de la tercera edad. Por supuesto todo mundo en las redes sociales se indignó. Lo interesante es que condenaban la violencia con más violencia, algunos publicaron su nombre y dirección, otros se ofrecían para dejarlo igual o peor que como él dejó a la persona de la tercera edad.

Nadie en sus cinco sentidos defendería la violencia contra el abuelito, pero tampoco podemos pedir el linchamiento de una persona, sin saber exactamente  qué pasó, por qué reaccionó así. Toda acción provoca una reacción, una consecuencia o un resultado. Y la forma en que lo golpeó nos indica que ya era un pleito viejo o como el mismo sujeto lo dijo: «ya se traían».

Todo esto es preocupante porque un linchamiento virtual puede pasar al mundo real y más si se comparten direcciones y nombres (lo cual también es un delito).

Tenemos que tomar en cuenta que el hombre light es frío, no cree en casi nada, sus opiniones cambian rápidamente. Los valores trascendentales no le importan, lo mismo se ríe de la autoridad que de la religión. No tiene límites, no los conoce y sólo le importa su bienestar .

Por eso, dice el autor de este  libro, los más jóvenes se han vuelto más vulnerable; por eso han ido cayendo en una cierta indefensión, por eso se ofenden por todo. Y es muy fácil manipularlos, llevarlos de aquí para allá y de allá para acá, porque no tiene una opinión propia, porque le da miedo no pensar como las mayorías.

Urge la formación de un individuo más humano, más culto y espiritual. Un ser humano que  sepa que es bueno y que es malo, no sólo para él, sino para la sociedad en general. Urgen personas que se apoyen en el progreso humano y científico con motivaciones que tengan como fin el bienestar.

No hay verdadero progreso humano si éste no se desarrolla con un fondo moral y un compromiso con toda la sociedad.

Todos los comentarios son bienvenidos a [email protected]

Nos leemos, la próxima vez. Hasta entonces.

 

 

VERÓNICA VALENCIA GÓMEZ es divulgadora y consultora de comunicación y mercadotecnia en Vaes Comunicación. Es periodista especializada en Tecnologías de la Información, cuenta con una maestría en marketing digital y certificación como instructora capacitadora on line y offline. Ha trabajado en periódicos como Grupo Reforma, Milenio y El Mañana de Reynosa.