Maruan Soto Antaki y las respuestas a los adolescentes sobre conflictos en el mundo

El autor explica las guerras en distintos países en “Lo que hicimos mal los adultos”, obra que presentará el próximo 7 de octubre a las 15:00 en el auditorio D, en el arranque de la FIL Monterrey.

Israel Morales/Monterrey

Libia, Siria, Sudán, Nicaragua, Ucrania… países que lo mismo generan preguntas e inquietudes, ante los conflictos que los ha distinguido en los últimos años y que solo pueden responder los mayores. Y Maruan Soto Antaki tiene el título adecuado: “Lo que hicimos mal los adultos” (Alfaguara), que a manera de ensayo o relato quiere llegarle al público adolescente para que reflexione sobre estos temas, en lo que se complementa con el trabajo de Bernardo Fernández Bef en las ilustraciones.

De esta obra que presentará el próximo 7 de octubre a las 15:00 en el auditorio D, en la FIL Monterrey, platica el autor en entrevista.

¿De dónde surge “Lo que hicimos mal los adultos”?

Es la primera vez que me meto a un registro distinto, normalmente escribía sobre conflictos, ya sea en las novelas o en los ensayos, dirigido a un público adulto, pero de repente me di cuenta que habíamos dejado de lado algo que me preocupaba mucho. Si tenemos algo de perspectiva de lo que vemos en las noticias, de lo que platicamos a diario, efectivamente todas son condiciones creadas por los adultos, les estamos dejando a los chicos un mundo hecho un desastre, y aquí resulta que hay cierta edad en este mundo superconectado en que resulta imposible que el chico no se entere de cosas que antes o se le protegía o simplemente no se le acercaba a ellas, ¿qué hace un padre cuando de repente su hijo de 11, 12 años le pregunta qué es una guerra, por qué hay guerras, qué sucede en tal lado? Debe ser como una cosa superextraña como padre enfrentarse a ese tipo de preocupaciones o de curiosidades a veces por parte de los adolescentes. Entonces justo con lo que trato de hacer en “Lo que hicimos mal los adultos” es encontrar a través de un formato absolutamente literario donde juego desde el pequeño ensayo y los cuentos, novelando algunos de los ensayos, también contar las historias, primero decir por qué existen las guerras, por qué hay conflictos y distintos tipos de conflictos en el mundo, pensando en que ese adolescente que se empieza a dar cuenta que eso existe encuentre una respuesta al mismo tiempo que quizá el padre, los maestros, que enfrentan ese tipo de preguntas difíciles de responder, vean en “Lo que hicimos mal los adultos” una especie de instrumento para poder facilitar eso que realmente angustia. ¿Por qué? Porque creo que los adultos, los que somos más viejos, de repente me doy cuenta que ya no hay tanto que hacer que ser facilitadores para que entonces quienes tendrán que resolver el mundo que dejamos tengan las herramientas para poder tratar de resolverlo.

¿Mantienen alguna constante los 10 conflictos que abordas en la obra?

A partir de eso trato de buscar 10 conflictos, algunos más cercanos a mí que otros, en los que hay una constante. En cada conflicto podemos pensar en Ucrania, Siria, Sudán, en cualquiera, siempre evidentemente hay víctimas, y algunas son adolescentes o menores de edad, y a ellos el mayor peso que se les impone es que se les obliga a comportarse como si no fueran adolescentes. Se les está exigiendo un grado de adultez. A partir de la empatía, justo lo que trato de hacer es filtrar cierta empatía para pensar en ellos. Por eso decía en algún momento del libro: si hay alguna razón, además de la curiosidad, para poder tratar de acercarse a esos conflictos que parecen muy lejos es para pensar en esos que del otro lado del mundo o en algún otro lugar del mismo continente se están obligando siendo adolescentes a transformarse en adultos para enfrentarse a una realidad. La gasolina de todos los conflictos del mundo es la indiferencia. Y la indiferencia es una cosa que desarrollamos con el tiempo los adultos y la perfeccionamos, es una apuesta por tratar de hacer un llamado no solo para esa curiosidad y tratar de explicar lo que siempre es difícil de explicar, sino justo para pedir que no se sea indiferente.

Desde ahí dibujo 10 conflictos: Sudán, Libia, Palestina, evidentemente Ucrania, que están en las noticias y que están en las cosas que un adolescente puede necesitar para despertar inquietudes, porque es la edad de las inquietudes, desde una ecuación que es muy complicada. Cuando de repente un padre le dice a su hijo menor o trata de evitar que tenga ciertos contactos con realidades espantosas tiene razón de hacerlo. Pero hay una edad en la que hay que proteger y estoy convencido que un chico de cierta edad si se puede evitar que tenga cierto contacto con historias de violencia y por mera protección y libertad de su desarrollo, y luego les obligamos a entenderlas. Bueno, ese paso tiene que hacerse más fácil y a partir de esa idea, es que sale “Lo que hicimos mal los adultos”, donde no solo cambio de registro, sino que por primera vez trabajo con un ilustrador, Bef, quien además puedo hacer un ejercicio que también tiene una intención si queremos llamarle pedagógica. Bef y yo pensamos distinto en cuestiones políticas. Y quizá la intención de tener al novelista grafico más talentoso de México es mostrarle a un público lector joven cómo quienes piensan distinto si se ponen de acuerdo en cosas más importantes que sus diferencias pueden hacer cosas juntos.

 

¿Qué nos puedes contar del conflicto que tú viviste, el de Siria?

Creo que Siria, obviamente yo tengo una relación personal con mi propio origen familiar, pero también está el reflejo de una generación entera que nació en la guerra, ya pasaron 12 años de la guerra civil en Siria. Si yo pienso en un chico de 11, 12 años, es un chico que en Siria pudo haber nacido al inicio del conflicto y hoy ya tiene esa edad. Entonces justo a partir de ese joven, esa joven, que han vivido ya sea criándose afuera, en campos de refugio o es sirio a partir de las diásporas, o vive todavía en territorio de conflicto, necesitaba hacer justo ese llamado de atención para ver la realidad que se sufre en esos lugares de absoluta destrucción donde queda un solo asomo de esperanza. Y ese asomo de esperanza es justo la generación que en el caso sirio ya tiene la edad que considero que sería la del primer lector para poder ver dónde se encuentra parado y ver si puede resolver algo que evidentemente se los dejamos nosotros.

¿Cómo se asume la realidad, por ejemplo en México, a partir de conflictos de otros países?

Trato de que a partir de ellos se entienda no solo su realidad, sino la realidad de otros lados, incluyendo la mexicana. ¿Cómo hago eso? explicando por un lado como de repente la sobrepolitización no necesariamente te da conciencia política en un chico, y como esos chicos que de repente pueden tener la inquietud por cambiar el lugar en el que están no pueden hacerlo porque hay demasiados factores, pensemos en Nicaragua, que se los impide. Desde ese lugar trato de dibujar un espejo como también lo hago en el caso de Sudán, porque aquí la parte que más me complicaba la existencia era pensar en los chicos que son obligados a transformarse en soldados, una de las realidades de las distintas guerras sudanesas es que se obligó a menores de edad a armarse para convertirse en soldados. Los soldados solo están diseñados para hacer algo, y si hay algo que no está bien que haga un menor de edad es matar. Entonces, ¿cómo hago para que esta realidad se transforme en un espejo mexicano? A través de la literatura, porque la literatura es un espejo, y se pueda tratar de entender algo de nuestras cosas desde un lugar distinto.

In: