La ciencia detrás de los sueños

El doctor José Luis Díaz Gómez, investigador de la Facultad de Medicina de la UNAM, especialista en psicobiología y neurociencia cognitiva, explicó la importancia de la conciencia onírica y su estudio para el conocimiento de la función cerebral en las distintas fases de sueño y vigilia desde las diversas perspectivas científicas, filosóficas y artísticas.

Ciudad de México.- Génesis Gatica Porcayo.- Agencia Informativa Conacyt

Con más de veinte años de experiencia en el estudio de la conciencia, el doctor José Luis Díaz Gómez, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indaga las teorías y bases de la función cerebral que se derivan de los procesos de sueño en los humanos.

La fisiología de los sueños y la conciencia onírica son temas que al especialista le llevaron años de estudio para conocer los procesos mentales de las personas mediante el análisis de sus relatos fenomenológicos, es decir, lo que acontece en su mente como sucede con los relatos y ensoñaciones.

Así, la importancia del recuerdo para comprender y estudiar los sueños es ineludible, ya que conforma una parte esencial de la conciencia onírica que se ejecuta al despertar o en etapas posteriores a la vigilia, cuando el sujeto tiene recuerdos y la clara impresión de haber soñado.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el especialista en psicobiología y neurociencia cognitiva explicó la importancia de la conciencia onírica y su estudio para el conocimiento de la función cerebral en las distintas fases de sueño y vigilia desde las diversas perspectivas científicas, filosóficas y artísticas.

 

¿Por qué soñamos?

De acuerdo con el investigador, los sueños son estados de conciencia peculiares que acontecen especialmente mientras dormimos, y es posible afirmar que estos implican una actividad cerebral ascendente que inicia en el tallo cerebral, la porción más antigua del encéfalo.

Posteriormente, se involucran de manera progresiva zonas del sistema límbico implicadas en el procesamiento de las emociones, hasta acoplar partes importantes de la corteza cerebral.

Estas funciones están relacionadas con las propuestas existentes sobre el mecanismo del sueño como un medio para regular la excitabilidad cerebral necesaria para la vigilia.

Además, soñar y saber que soñamos es una de las mercedes de la especie humana, por lo que el estudio de los sueños debe incluir ciencias como la psicología, neurociencia cognitiva, fisiología y patología del sueño, así como añadir las artes y humanidades, explicó.

Como tal, el argumento para considerar el sueño una experiencia consciente se refiere a la capacidad de recordar y narrar dichos episodios, por lo que José Luis Díaz apuntó que la «reportabilidad» es una de las características de la conciencia y la experiencia.

Ahora bien, desde la perspectiva de la neurobiología, podría señalarse que el sueño es un evento fenomenológico real en tanto constituye el aspecto mental de un proceso cerebral aún poco conocido.

 

Registro de la conciencia onírica

A propósito de la reportabilidad de los episodios de sueño que una persona puede tener, existen cinco fases o etapas de la conciencia onírica derivadas de la ensoñación, que es un proceso que ocurre mientras dormimos.

“La ensoñación es una experiencia consciente que ocurre en el dormir en forma de representaciones narrativas, dramáticas, usualmente involuntarias, y que involucran y enlazan estados y procesos mentales de tipo sensorial, imaginario, cognitivo, afectivo y motriz”.

Estas cinco etapas se representan: en primer lugar, como la ensoñación durante el acto de dormir; el recuerdo de la ensoñación al despertar, como el siguiente estado; en tercer lugar, el relato del sueño en forma oral o textual; la interpretación del sentido del sueño, como la cuarta fase; y en quinto lugar, la representación estética de las ensoñaciones en la literatura, las artes plásticas, el surrealismo y el cine.

Dado que durante el sueño tanto las entradas sensoriales como las expresiones de conducta están muy restringidas mediante mecanismos conductuales y neurofisiológicos bien establecidos, el especialista mencionó que para explicar estas narrativas es necesario implicar mecanismos cerebrales alternativos, pues la experiencia sensorial o motora de las ensoñaciones es muy prominente.

“Pese a esto, se puede reafirmar que los procesos mentales del sueño se organizan y manifiestan en forma similar a la imaginación que ocurre durante la vigilia, especialmente aquellos episodios de divagación mental y fantasía”.

Asimismo, explicó que las similitudes entre la fantasía y los sueños se han ratificado recientemente a través de estudios de patologías e imágenes cerebrales, donde un conjunto de zonas cerebrales llamada red default o red basal del cerebro está activa durante la divagación mental, ensoñación en vigilia, la simulación mental y los sueños.

 

Las bases cerebrales y la importancia de los recuerdos

José Luis Díaz mencionó que la representación onírica y la representación sensorial de la vigilia tienen tanto elementos dispares como elementos en común, tal y como lo demuestra la activación de zonas sensoriales primarias durante la imaginación, fantasía y la fase MOR del sueño (movimientos oculares rápidos).

“Existe una red encefálica a la que llamo hipotéticamente la Red Morfeo y que se correlaciona con los sueños, pero no sabemos cómo se producen en realidad los ensueños, cómo se eligen las tramas, cómo aparecen los personajes, etcétera”.

Así que la base cerebral de esta asociación podría ser la siguiente: las redes neuronales de la memoria episódica se interconectan masivamente en la corteza cerebral, creando nodos o marcas multidireccionales que se pueden realizar durante el sueño MOR mediante una retención del hipocampo que se reactiva posteriormente durante la vigilia a través del recuerdo.

De acuerdo con el especialista, cuando soñamos, normalmente no estamos conscientes de que lo hacemos, simplemente se presenta la escena y es la que contamos cuando resumimos el sueño. Pero existen ocasiones en que la persona sabe que está soñando y a este fenómeno se le conoce como sueño lúcido.

“Es por medio de los sueños lúcidos que una persona puede tener un control consciente de lo que sueña, varios especialistas han descrito que es posible dirigir los sueños o llevarlos hacia ciertos contenidos que nos interesan o nos producen curiosidad, pero son estados de conciencia excepcionales”, señaló.

Asimismo, existe una contraparte en este sentido de ideación que ocurre en los sueños, ya que hay formas peculiares, irracionales e inverosímiles de conceptualización, raciocinio y memoria que suelen manifestarse como sinsentidos o absurdos quiméricos, los cuales constituyen las marcas cognitivas de la conciencia onírica que más han llamado la atención de las artes.

Estos absurdos son evaluados mediante instrumentos que se aplican a sujetos despiertos al recordar sus sueños, con la medición de diversas escalas, y que se atribuyen a la desconexión funcional del lóbulo frontal durante la fase MOR del sueño.

José Luis Díaz mencionó que algunos ejemplos de absurdos quiméricos incluyen disparates fisiológicos como volar o respirar bajo el agua, así como secuencias inverosímiles, presencia de entidades sin conexión, entre otras situaciones.

“Neurobiológicamente podemos explicar los absurdos quiméricos como redes neuronales conexionistas que ocasionan que durante el sueño ocurran configuraciones de activación atípicas y novedosas en las redes neuronales”.

De esta manera, puntualizó que estos absurdos quiméricos no son fenomenológicamente absurdos durante la ensoñación, pues la experiencia propia de soñar no parece absurda como tal hasta que se valora en la vigilia.

 

Sueños, ciencia y arte

Además, especificó que la mayor parte de las personas recuerda sus sueños pero hay quienes lo hacen en mayor proporción que otras. Sin embargo, los artistas o personas que ejercen actividades creativas recuerdan más sus sueños que las que no lo hacen, lo que implica que las ensoñaciones ayudan a la creatividad o viceversa.

Es en este sentido que la persona interesada por sus sueños tiene alguna manifestación artística para mantenerlos vigentes en el recuerdo a través de la escritura, pintura o cinematografía, por lo que se considera que esta facultad de recordar sueños se puede entrenar y que los sueños pueden constituir materia prima para la creación estética.

“Generalmente las ensoñaciones pueden tener restos diurnos, es decir, cosas que se viven durante el día y que son muy distintivas o especiales. Lo que sí me parece importante es que la evocación y narración de los sueños puede ser una actividad sumamente atractiva, creativa y benéfica para el sujeto”.

De acuerdo con la teoría freudiana de que los sueños son manifestaciones de deseos inconscientes, el especialista especificó que es una hipótesis que no puede ponerse a prueba desde un punto de vista científico, como tampoco es probable que a través de ellos pueda hacerse un diagnóstico de problemas neurodegenerativos en los pacientes.

 

¿Cuánto dura un sueño?

La evidencia científica ha mostrado que soñamos varias veces en la noche, ya que desde la perspectiva neurofisiológica ocurren varios ciclos de sueño y cuando el sujeto está profundizando su dormir y después de varias fases de ondas lentas, entra la fase de movimientos oculares rápidos donde el electroencefalograma presenta una frecuencia rápida como en la vigilia.

José Luis Díaz mencionó que la idea del neurofisiólogo es que se sueña en cada una de las fases, donde en principio una persona normal tiene entre tres y cinco sueños en la noche, pero solamente se recuerda el último antes de despertar.

Aunado a esto, no existe necesariamente una relación temporal de las fases de sueño con las ensoñaciones que se presentan y tampoco es sencilla su averiguación, pues el sujeto en estudio tendría que sufrir varias interrupciones durante las fases para conocerlo.

“No podemos estar seguros de que una ensoñación dure exactamente lo que dura una fase electroencefalográfica paradójica o de movimientos oculares rápidos y hay algo de sentido común pensar en que el tiempo que dura un sueño es más o menos el tiempo en que se narra, pero también esto es subjetivo”.

Aún quedan muchos puntos por resolver respecto al tema; sin embargo, el especialista mencionó que la continuidad de los estudios que deriven podría resolver muchas incógnitas que todavía están presentes.

El estilo personal de José Luis Díaz es tomar un tema como el de la ensoñación, analizarlo y estudiarlo para derivar trabajos de investigación y divulgación, como su más reciente publicación científica y literaria «Registro de sueños. Atisbos a la conciencia onírica desde las ciencias, las artes y la filosofía», donde defiende la idea de que los mejores registros de sueño son aquellos narrados y expresados a través del arte.

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