La amabilidad fortalece el sistema inmunológico

Israel Morales/Monterrey

El doctor David Hamilton aborda el tema de la amabilidad desde diversos puntos de vista, todos a partir de experimentos científicos que demuestran los alcances de esta práctica.

Los cinco beneficios de ser amable (editorial Diana) no es un manual, sino que el autor parte de situaciones comprobadas. Hamilton es doctor en química orgánica y ha escrito más de 10 libros y se ha dedicado a divulgar el conocimiento de cómo las personas pueden fortalecer sus emociones y pensamientos para mejorar la salud.

El autor señala que la ansiedad, el estrés, la fatiga crónica y la depresión, que son enfermedades que se han convertido en un riesgo de salud pública, se combaten con terapias, medicamentos, descanso y buena alimentación, pero a veces no es suficiente. Para lo que da una cura más eficaz, que dice es gratuita y sobre todo capaz de multiplicarse y proviene de uno mismo: la amabilidad.

Y es que ser amable trae cinco beneficios reales de acuerdo a Hamilton:

  1. Se produce más serotonina y por lo tanto genera felicidad.
  2. Genera oxitocina, que es una hormona que provoca efectos positivos en las arterias, regula la circulación y por consecuencia se tiene un corazón más sano.
  3. Detiene la oxidación celular y retarda el envejecimiento.
  4. Torna a la persona asertiva y alegre, y mejoran sus relaciones.
  5. Es contagioso, pues dice el doctor que la gente nota el cambio y trata de seguir el modelo.

Y enseguida una pregunta que en estos días ha estado muy presente y es ¿cómo fortalecer el sistema inmunológico? Y se ha dicho que con la sana alimentación desde luego, pero también con actos relacionados a la amabilidad se puede fortalecer, porque responde muy bien a las manifestaciones y sentimientos de bondad, empatía, compasión, amor, afecto y elevación.

Esto lo comprueba Hamilton con diversos experimentos que cita, uno es el de la gratitud contra la molestia, donde por semanas los involucrados debían poner cosas que les gustaran o no gustaran, respectivamente.

Los del primer grupo agradecían a sus padres, a Dios, a la generosidad de los amigos, e incluso a los Rolling Stones por darles grandes momentos, mientras los del segundo hacían referencias a la gente que conducía mal, a la falta de buenas finanzas o hacerle favor a un amigo que no apreciaban. La idea era ver qué grupo después de 10 semanas era más feliz y desde luego el de la gratitud fue el que alcanzó mejores niveles.   

El de la empatía también fue interesante: a un grupo se le asignó que pusiera en práctica la empatía y a otro no, dirigidos ambos hacia otro grupo determinado de personas. Los que sintieron el afecto se sintieron mejor, a diferencia de quienes recibieron un trato estándar, como se menciona en el libro.

Aplicado en las áreas sociales, médicas e incluso virtuales hay un experimento que se llama efectos de la onda. Se trata de que las emociones positivas difundidas por ejemplo a través de las redes sociales provocan un contagio, hablando en términos de felicidad, pues cuando una persona se siente feliz y lo transmite por un medio determinado, por lo general un video, hace que las personas se sientan aún más felices, lo cual repercute en otras y así sucesivamente. Es decir se toca la vida de alguien más sin darse cuenta de los alcances.

Y más adelante cita el ejemplo de la capacidad de las redes, cuando la banda de indie rock The Fratellis se unió para ayudar a los padres de un fan de ellos que murió de meningitis, pues querían hacer una fundación para combatir esta enfermedad. La banda de Escocia donó una guitarra, una pintura, un tambor de piel y su tiempo. Lo que Hamilton llama una cadena de bondad.

La amabilidad es más grande que nuestros debates y filosofías, es universal y parte del tejido de la sociedad humana, agrega el doctor. 

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