Expone Vigil a sus “blindados del norte”

En esta obra, el autor nacido en Montemorelos traza perfiles de figuras como Los Tigres del Norte, Selena, Juan Gabriel, Rigo Tovar, Gloria Trevi, Celso Piña o Carlos Santana, artistas que “cambiaron el criterio de muchos”.     

 Israel Morales/ Monterrey

En el backstage “sucede la verdadera historia”, la que se escribe apenas empiezan las tonadas del artista en turno. Así lo evoca Arnulfo Vigil en “Los blindados del norte” (El Salario del Miedo/ Oficio Ediciones), en que reparte figuras locales, nacionales e internacionales con todo y su carga de historia e imaginería. Crónicas que parten del directo, de presentaciones que hicieron algunos de ellos en Monterrey, donde se mide su grandeza. Porque de los conciertos también se sacan grandes conclusiones.

Empieza con una de acordeón y bajosexto. Porque en esta ciudad hay Tigres para todos los gustos, y cuando llegan los Del Norte se da la máxima reunión de vaqueros urbanos:

“Están al tanto de lo que cuentan las canciones: material de nota roja y las acciones de la AFI. Pero para no aburrir, el repertorio es amplio” (pág. 18), y más cuando se le canta a la madre, al amor, a los migrantes, y así el cronista aguarda un baile maratónico, como los de “Tigres Tigres Tigres”.

Otra es la de “Perdóname por ser tan guapo”, y es que eso es un regalo celestial, porque como Rigo Tovar pocos, o todos: “obreros, empleadas domésticas, choferes de rutas urbanas y peseros, vendedores ambulantes, dependientas de tiendas de abarrotes y tortillerías, albañiles, porque él mismo lo es” (pág. 32).

Y destaca los pasos del cantante por los rumbos de San Nicolás, el centro de Monterrey o aquella gran congregación en el lecho del río Santa Catarina, que recuerda Vigil con fidelidad y algunos datos que no se sabían.

Gloria Trevi está presente con un perfil político, poético y musical, sobre todo en su época de escándalo, “única, subversiva, iconoclasta”. “Selena Sirena Serena” es un texto que aborda su fama, fortuna y la llegada de Yolanda Saldívar a su vida, a la postre signo de la tragedia en la segunda mitad de los años 90.

Arnulfo dice: “Por mi raza hablará el Piporro”, y el lenguaje como la parte medular de su carrera: “Coloca en público el habla de los norteños, de los nuevoleoneses, que en nada combina con los dictados de la buena alocución:

“O sea: la aventura del primo norteñoso que se vuela la barda de los suspiros sin tirar la pelota, ni siquiera de faul, es acudir al breviario de la acumulación de disquisiciones metafísicas trasladadas al hemisferio óntico, sin más parlamento que las matrices de un lenguaje enquistado entre el español y el inglés, con un tono de franqueza” (pág. 118).

Tras un análisis de sus letras “espontáneas, ingenuas, naturales”, acude al en vivo de Juan Gabriel donde desgarra el alma ante el “trabajador público regiomontano”, y también aquel recuerdo del estribillo que compuso para un partido político. Lo cierto es que su música aún palpita de emociones en quienes lo guardan en su memoria.

Y alguien muy de aquí: “El Rebelde del Acordeón” y hay de todo, origen, trayectoria y los aportes a un Monterrey pobre, el verdadero, dice Vigil:

“Celso le dio voz a quienes no la tenían. Les dio rostro. Los hizo visibles. A los que forjan churros en la colina. A los que recogen latas de aluminio. A los que piden fiado. A los prietos. A los feos. A los muchachos que hablan como muchachos. Les brindó existencia. Celso es la expresión sonora de los silenciosos. De los que usan cubrebocas permanentes” (pág. 185).

Cierra con “Zamba pa ti” y parte de aquella noche del 23 de marzo de 2019 cuando Carlos Santana se presentó en el Pal Norte. Después todo lo que representa, desde su surgimiento en Tijuana, el contexto del amor libre, Woodstock y su lugar en la contracultura, San Francisco, Santa Blues Band y la esencia de su guitarra y el montón de percusiones que lo acompañan.

Su historia es evocada desde “Abraxas” hasta “Milagro”, y ya en los 2000 con “Shaman”, su retorno a los grandes mercados. Lo cierto es como indica en “Los blindados del norte” casi para cerrar:

“Para unos Carlos Santana es un animal prehistórico que ha sobrevivido al Big bang de las décadas anteriores, para otros es el héroe de mil batallas que ha concentrado las raíces de múltiples inquietudes colectivas. En realidad es el testimonio de que la cultura de la resistencia no ha permanecido dormida. No del todo” (pág. 208).